"Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice" Isaías 43:7



martes, 9 de agosto de 2011

LOS PROCESOS DE DIOS

INTRODUCCIÓN.

El pueblo de Israel caminaba por el desierto hacia la tierra prometida en busca de su heredad. Pero por causa de la desobediencia y negligencia en hacer caso de la disciplina que Dios estaba impartiendo en ellos, tuvieron que caminar mucho más de lo que realmente tenían que hacerlo.

La vida cristiana de la iglesia, está marcada por procesos que son operados por el Espíritu Santo, para el crecimiento del cuerpo de Cristo (Fil 1:6). Pero los procesos deben tener un curso normal de acuerdo a la voluntad de Dios.

¿CÓMO SE DEFINE LA DISCIPLINA?

f. Doctrina, instrucción de una persona. Arte, facultad o ciencia. Observancia de las leyes y ordenamientos de una profesión o instituto. Ú. más en pl. Acción y efecto de disciplinar o disciplinarse.

¿CÓMO ACTÚA LA DISCIPLINA?

La disciplina no es sino el libre sujetamiento de la persona a un ordenamiento dispuesto desde el propio interior para servir al ideal, virtud cuyo camino exige reiteración. El disciplinado no camina a la deriva, ni tiene trato con la discontinuidad, antes, al contrario, acaricia con mimo el continuo del segundero del reloj. Gota a gota, modestia sobre modestia, de los pequeños esfuerzos hace lo grande aquel que vive disciplinado. Consecuentemente, la disciplina habrá de mostrarse como la gran virtud de los pequeños, pero continuos esfuerzos, la hermana más modesta de todas las virtudes. De este modo, ella hace camino al andar; lo suyo es abrir caminos lo más metódicamente posible; pero entrar por los fueros de ese preciso camino exige apartarse de otros caminos, a saber, de los caminos errados conducidos por los impulsos desenfrenados de los caballos negros que, según Parménides, conducen al extravío, porque nos sacan fuera de la vía. Ciertamente el camino de la disciplina pide senda estrecha, rodadera angosta, cuyo tránsito precisa de mucha constancia. Para obrar disciplinadamente y con la debida constancia, es menester, proclama san Juan de la Cruz, inclinarse más a lo dificultoso que a lo fácil, pues "más agrada a Dios el alma que con sequedad y trabajo se sujeta a razón que la que, faltando en esto, hace todas sus cosas con consolación".

Y es que la disciplina de la voluntad dice siempre relación al logro de una meta, mientras que la indisciplina del deseo remite siempre a las épocas de transición o incluso de confusión, donde las metas huelgan mientras abundan los métodos (caminos sin más allá cuando les falta la meta). Por tanto, no cabe opción militante sin la ad-opción de alguna voluntad disciplinada: si existe algún lujo que el verdadero militante no podría pagarse en modo alguno sería el de abandonar al mero imperio de su arbitrio la conquista de la fortaleza.

La disciplina, como todas las virtudes, se aprende mejor de la mano de un buen maestro. Etimológicamente hablando, disciplina viene de discipulus. El discípulo que ha sido bien disciplinado por su maestro habrá debido amaestrarse en el cultivo de la constancia, de la no improvisación, de la no precipitación, de la no negligencia. Muchos son los que no conocen de la disciplina sino su mero cascarón, a saber, la observancia autoritaria de un orden sólo exterior, mediante la sujeción hipertrófica de la conducta a normas severamente castigadas en caso de conculcación; y de ahí precisamente proviene el disciplinar, verbo que significa azotar duramente con disciplinas a alguien, o el autoflagelarse hiperexigente con rigor penitencial o mortificatorio, o el formarle a los demás e incluso a uno mismo continuos consejos disciplinarios. Y si en esa dirección toda práctica puede resultar aberrante a poco que nos descuidemos, a veces, por desgracia, sin recurrir a los excesos, hay que recordar el refrán: "Quien bien te quiera te hará llorar"; lágrimas y disciplina pueden resultar compatibles, aunque sin pasarse (recordemos, sobre todo tratándose de la disciplina, aquello de que la virtud se encuentra en el justo término medio). El disciplinado virtuoso, aprovechando las peculiaridades de su carácter y la naturaleza de su irrepetible temperamento, se esfuerza por lograr el autodominio, el autocontrol, el señorío de la propia idiosincrasia, para ponerla al servicio del ideal más beneficioso para todos.

No puede faltar de la disciplina la diligencia, ese estar atento y vigilante, que es como la antítesis de la pereza, de la holganza, de la intemperancia, de la excesiva relajación, la cual desemboca en fatal abdicación, conducente al fascismo en última instancia, pues no hubo nunca forma alguna de fascismo que no aclamase a un sacralizado Führer, intentando conducir al matadero a los esquilados borregos cuando estos han abdicado de sus propias responsabilidades: "A una piedra sucia se parece el perezoso, todo el mundo silba sobre su deshonra. Bola de excrementos es el perezoso, que todo el que la toca se sacude la mano" (Si 2,1-2). Al diligente le suele sonreír la fortuna, pero si bien el trabajo acostumbra a producir rendimiento, sin embargo el rendimiento no constituirá para él un fin en sí mismo, ni siquiera en la perspectiva del más eficacista calvinismo o del más instrumental sionismo. Hacia donde, en primera instancia, conduce la virtud de la diligencia no es hacia el dinero, sino hacia la asunción del deber, hacia el cumplimiento de las obligaciones; por eso recomienda Marco Aurelio: "Cuando por la mañana te cueste trabajo despertar, ten presente este pensamiento: Me despierto para llevar a cabo mi tarea como hombre"

La intención pura no basta; el disciplinado no vive de la mera voluntad, por buena que ella fuere. Su esfuerzo sistemático, cronometrado, medido, mensurado, ha de sujetarse para ser eficaz a una estrategia y a una táctica, a unos planes, implementarse según el orden de los medios y de los fines. Ahora bien, no siendo posible mantener el tipo con una diligencia absoluta y sin decaimiento, ¿cómo perseverar en las inevitables horas del cansancio? Para cuando el mal momento llegue, porque ciertamente llegará, el creyente, sabedor de su propia finitud, solicita para ello el auxilio de Dios; y en ese sentido hace de toda su vida un continuo ora et labora, un auténtico laboratorio. "Quien añade ciencia, añade también cansancio", sentencia Qohélet. Y Santiago Ramón y Cajal, acreedor de un Premio Nobel también en lo relativo al esfuerzo, añadía: "El entendimiento alumbra como las velas, derramando lágrimas". Sin embargo el laborismo por el mero laborismo no constituye de suyo virtud, a lo más que conduciría sería a la concesión de la medalla al mérito del trabajo; y por eso una virtud cimentada en el esfuerzo, en la puntualidad, en el método, por así decirlo, embutida en la sudadera, no podría nunca ser una virtud tensa, desabrida, triste (como suele decirse: una virtud triste resultaría necesariamente una triste virtud, carente de fuerza, de altura y de riqueza) y, por eso mismo, se duele y se goza, con ese sabor agridulce que acompaña al gran esfuerzo, en la medida en que comprueba su valor, sabiendo tomarse con humor las agujetas; por lo cual la diversión, la eutrapelia, resulta de todo punto necesaria para quien trabaja.

¿CÓMO SE DEFINEN LOS PROCESOS?

m. Acción de ir hacia adelante. Transcurso del tiempo. Conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno.

(Del latín prosessus: ir antes, avanzarse). Todo proceso supone un desarrollo concatenado de acontecimientos o hechos; un devenir o una derivación de algo a partir de sus principios.

VEAMOS UN PROCESO DISCIPLINADO.

Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.  Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. 1ª Co 3: 6-17

Aquí vemos el ejemplo de un proceso constructivo. El apóstol guiado por el Espíritu Santo, escribe a los corintios referente a la madurez que ellos deben alcanzar como cristianos e hijos de Dios. Pero son llamativos algunos detalles que veremos aquí con detenimiento.

Las personas que han tenido la oportunidad de tener su casa propia y que aún han podido diseñar o contratar los servicios de un profesional en la materia, pueden estar seguros de lo que tienen construido, saben que tipos de cimentación tiene la edificación y qué tipo de materiales, si surge una reparación con el tiempo van a saber por dónde están diseñadas las instalaciones técnicas entre otras más ventajas.

Lo primero para una edificación es un fundamento claro

La obra de Dios involucra a muchos individuos con una variedad de dones y habilidades. No hay superestrellas en esta tarea, sólo miembros de equipo que desarrollan sus funciones específicas. Nos convertimos en miembros útiles del equipo de Dios al poner a un lado el deseo de recibir gloria por lo que hacemos. La alabanza que viene de la gente es comparativamente sin valor, la aprobación de Dios es la que cuenta.

El fundamento de la Iglesia -de todos los creyentes- es Jesucristo, y este es el fundamento que Pablo estableció (al predicar a Cristo) cuando empezó la iglesia en Corinto. Cualquiera que edifica la iglesia -maestros, predicadores, padres y otros- debe construir con materiales de alta calidad (sana doctrina y testimonio 3.12ss) que encaje en las normas de Dios. Pablo no está criticando a Apolos, sino desafiando a los futuros líderes de la iglesia a tener una predicación, así como una enseñanza, sana y sólida.

En la iglesia basada en Jesucristo, cada miembro debería ser maduro, espiritualmente sensible y sano en lo doctrinal. La iglesia en Corinto estaba construida con "madera, heno y hojarasca", con miembros que eran inmaduros, insensibles a los demás, y receptivos a las doctrinas erróneas (3.1-4). No nos extrañe que tuvieran tantos problemas. Las iglesias locales deben estar edificadas en Cristo. ¿Puede su carácter cristiano pasar la prueba?

Un edificio será sólido tanto como lo sea su fundamento. El fundamento de nuestras vidas es Jesucristo, El es nuestra base, nuestra razón de ser. Cada cosa que somos y hacemos debe encajar en el molde que se ha dado por medio de Cristo. ¿Está usted edificando su vida en el único fundamento real y duradero o está edificando en un fundamento falso como la riqueza, la seguridad o el éxito?

Dos maneras seguras de destruir un edificio son: dañar el fundamento o construir con material de mala calidad. La iglesia debe ser edificada sobre Cristo, no sobre alguna persona o principio. El evaluará la contribución de cada ministro a la vida de la iglesia y el día del juicio revelará la sinceridad de la obra de cada persona. Dios determinará si una persona fue o no fiel a las instrucciones de Jesús. El buen trabajo será recompensado, el trabajo infiel o inferior será descartado. El que edifica "será salvo, aunque así como por fuego" significa que el trabajador infiel será salvo, pero como alguien que escapa de un edificio en llamas. Todas sus posesiones (logros) se perderán.

Lo segundo en cuenta es la fidelidad al diseño original

En este punto hay algo especial que me llama la atención. El arquitecto no es el que construye, es el ingeniero. Es más, el fundamento, en una construcción mayor, la hace un ingeniero calculista. Entonces ¿Cuál es la función de un arquitecto? El arquitecto está encargado de la distribución y diseño arquitectónico de los espacios.

Entonces, ¿por qué el apóstol se llama a sí mismo como perito arquitecto, al colocar los fundamentos? Este lo que hacía era verificar que el diseño original sea ejecutado fiel, de acuerdo al diseño de Dios. Según Gn 1:26, el diseño original del hombre es a imagen y semejanza de Dios. Se imagina usted quién es el arquitecto de su vida ¡Es Dios mismo! Y dice la Biblia que todo lo que hizo es bueno. También dice que fuimos creados para señorear sobre la creación. Por eso dice que fuimos constituidos reyes y sacerdotes para Dios (Ap 1:6; 1ª P 2:9; Ro 5:17).

Lo tercero en orden de importancia son los recursos humanos

Lo tercero en orden de importancia es la relevancia de los obreros. Jesús le dijo a sus discípulos que oraran al Señor de la mies para que enviara obreros a su mies (Mt 9:37-38)

En efesios 4:11-12 el mismo apóstol hablando del equipamiento de los obreros menciona cinco ministerios dados por Jesús entre los cuales están el apóstol, el profeta, el evangelista, el pastor y el maestro. Todo esto me enseña que cada uno de nosotros tenemos un lugar en el cuerpo de Cristo. Un lugar de función más que jerarquía. Por eso es necesario formar nuestro carácter.

Pablo dice que él hace una función y Apolos otra, y que otro vendrá y sobreedificará sobre el fundamento puesto por él; pero que cada uno es responsable de la forma y los materiales que ha utilizado para su edificación.

El cuarto elemento son los materiales

Los que hayan construido en madera, heno y hojarasca sufrirán pérdida de recompensas; no es juicio para salvación, pero sí de recompensa. Y los que hayan edificado con oro, plata, piedras preciosas su obra permanecerá firme. La relevancia que se le da a los materiales aquí por parte del apóstol no es de acuerdo a su precio, sino, más bien, a su durabilidad.

El quinto elemento a tener en cuenta es la durabilidad y estabilidad de la obra

La palabra utilizada aquí para “permanecer” es “meno” lo cual significa “hacer escala, esperar, morar, durar, perdurable, permanecer, permanente, perseverar, persistir, posar, quedar, retener, vivir”.

En la parábola de las diez vírgenes (Mt 25:1-13) encontramos la historia de diez vírgenes que esperaban la venida de su esposo. Pero cinco eran indisciplinadas y cinco eran disciplinadas. Todas tenían la Palabra de Dios (lámparas); todas tenían unción (aceite) todas eran salvas (tenían derecho a casarse con el esposo). Entonces ¿qué hace la diferencia entre cinco de las vírgenes y las otras? Cinco sabían que el aceite se podía acabar y fueron prudentes al ser disciplinadas. En cambio las otras cinco eran indisciplinadas  y creían que tal vez no iban a necesitar más aceite y por eso tuvieron que salir a buscar aceite y perdieron el derecho de estar con el esposo pues esta nos las halló como esperaba.

El sexto elemento la interventoría

El último y no menos importante elemento de una obra es la interventoría. Esta está presente no sólo al final de la obra, sino a través de todo el proceso constructivo, ya que, el interventor debe estar al tanto de que todos los requerimientos técnicos sean cumplidos a cabalidad, todos los materiales cumplan las exigencias y requerimientos de la obra, el bienestar de los obreros, el buen uso de los recursos económicos, y la satisfactoria culminación de la misma.

Este proceso lo lleva a cabo el Espíritu Santo en nuestra vida. Él es el sello de garantía de  nuestra herencia. Por lo tanto también, es el que nos ayuda a utilizar bien las armas que Dios nos ha dado para pelear la batalla. Él es que nos ilumina y revela los secretos de la Palabra de Dios guardándonos de caer en herejías y sectas. Por eso dice el apóstol que los materiales con que construimos serán pasados por el fuego.

CONCLUSIONES

A Dios no le gustan los atajos. Tenemos que evitarlos. Procesos que no se terminan bien; son procesos que se repetirán en la vida. En el libro de Números 21:4-9, encontramos el relato de cuando el pueblo tuvo la necesidad de rodear la tierra de Edom, tomaron un atajo, aunque no por voluntad de ellos, pues trataron de reconvenir con ellos para que los dejaran pasar por el medio de su tierra, y ellos no aceptaron, pero vemos claramente las consecuencias de tomar un atajo.

La primera consecuencia de esto fue el desánimo del pueblo y el desanimo es impaciencia de espíritu, pues al no poder alcanzar lo que deseamos nos sentimos derrotados, afligidos, e impotentes y es ahí donde vienen los pensamientos de necedad (Pr 14:29). La segunda consecuencia de tener que rodear la tierra de Edom es la murmuración. Vemos que los israelitas murmuraron contra Dios, contra Moisés, y contra el Maná y nosotros sabemos que la murmuración trae calamidades a nuestra vida (Pr 13:3). La tercera consecuencia de esto fue la consecuencia natural del pecado. La muerte (Ro 6:23). Dios perdona el pecado pero no las consecuencias. Los judíos eran mordidos por unas serpientes enviadas por Dios mismo como consecuencia de su pecado. Esto condujo al pueblo al arrepentimiento y pidieron a Moisés que orara por ellos para que Dios les perdonara sus pecados y no mueran y efectivamente Moisés oró a Dios y Él le mandó hacer una serpiente de bronce y levantarla en alto  para que todo aquél que levante sus ojos a ella se sane. Esta serpiente llegó a ser tipo de nuestro Señor Jesucristo el salvador del mundo enviado por Dios para morir en una cruz. Dios está buscando que nosotros levantemos nuevamente nuestros ojos al cielo que reconozcamos que necesitamos de Él y Él poder ayudarnos.

1 comentario:

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