"Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice" Isaías 43:7



lunes, 25 de julio de 2011

Hijos del pacto

“Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: en tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra”. Hechos   3: 25.

“Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abrahampara que en Cristo Jesús la bendición de Abraham  alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu…Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade…El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa…”. Gálatas 3: 6-18.

Según el diccionario de la lengua española, el pacto es un compromiso adquirido entre dos o más personas o entidades, que están obligados a cumplir. El pacto se usa como parte de garantía a un compromiso.

Cuando hay un pacto, este compromete la estructura moral de la persona.

Dios es un Dios de pactos y siempre El ha pactado con el hombre y continuamente ha estado dispuesto a cumplir sus compromisos y que el hombre le cumpla a El.

La Biblia revela que a Dios le ha placido establecer pactos con los hombres. Ocho de estos pactos se hallan mencionados en las sagradas páginas y ellos incorporan los hechos más vitales en la relación que el hombre ha tenido con Dios a través de toda la historia de la raza humana. Cada pacto representa un propósito divino y la mayoría de ellos constituyen una absoluta predicción tanto como una promesa inalterable del cumplimiento de todo lo que Dios ha determinado. Si llevamos nuestra consideración del tema hasta el tiempo cuando los pactos fueron hechos, descubrimos que ellos siempre anticiparon el futuro y tenían el propósito de ser un mensaje de certidumbre para aquellos con quienes el pacto era establecido. Además de los pactos bíblicos,  los teólogos han sugerido tres pactos teológicos que tienen que ver con la salvación del hombre.

Los pactos Teológicos.

Pacto de obras.

Se dice que con Adán se estableció un pacto de obras. . La provisión del pacto era tal que si Adán obedecía a Dios, él sería guardado seguro en su estado espiritual y recibiría la vida eterna. Génesis 2: 17

Pacto de la redención.

Otro pacto sugerido es el pacto de la redención, en el cual se insinúa la enseñanza de que fue establecido un pacto entre Dios el Padre y Dios el Hijo en relación a la salvación del hombre en la eternidad pasada. En este pacto el Hijo de Dios se comprometió en proveer la redención para la salvación de aquellos que creyeran, y Dios prometió aceptar su sacrificio. Efesios 1: 4, 11

Pacto de gracia.

Aun otra tentativa es el contemplar el eterno propósito de Dios en la salvación como un pacto de gracia. En este punto de vista Cristo es contemplado como el Mediador del pacto y el representante de aquellos quienes ponen su confianza en Él. Los individuos encuentran las condiciones de este pacto cuando colocan su fe en Jesucristo como Salvador. Aunque este pacto es también una deducción del plan eterno de salvación, tiende a enfatizar el carácter de gracia de la salvación de Dios.

Los pactos bíblicos.

Los pactos de Dios contenidos en la Biblia se clasifican en dos clases, aquellos que son condicionales y los que son incondicionales. Un pacto condicional es uno en el cual la acción de Dios es en respuesta a alguna acción de parte de aquellos a quienes va dirigido el pacto. Un pacto condicional garantiza que Dios hará su parte con absoluta certeza cuando se satisfacen los requisitos humanos, pero si el hombre fracasa, Dios no está obligado a cumplir su pacto.

Un pacto incondicional, mientras que puede incluir ciertas contingencias humanas, es una declaración de cierto propósito de Dios, y las promesas de un pacto incondicional serán ciertamente cumplidas en el tiempo y a la manera de Dios. De los ocho pactos bíblicos sólo el edénico y el mosaico eran condicionales. Sin embargo, aun bajo los pactos incondicionales hay un elemento condicional como si se aplicara a ciertos individuos. Un pacto incondicional se distingue de uno condicional por el hecho de que su cumplimiento esencial es prometido por Dios y depende del poder y la soberanía de Dios.

El pacto Edénico.

El pacto edénico fue el primer pacto que Dios hizo con el hombre (Gn. 1:26-31; 2:16-17), y fue un pacto condicional con Adán en el cual la vida y bendición o la muerte y la maldición dependían de la fidelidad de Adán.

El pacto Adámico.

El pacto adámico fue hecho con el hombre después de la caída (Gn. 3:16-19). Este es un pacto incondicional en el que Dios declara al hombre lo que será su porción en la vida por causa de su pecado. Aquí no hay lugar para ninguna apelación, ni se implica responsabilidad alguna de parte del hombre.

El pacto de Noé.

El pacto de Noé fue hecho con Noé y sus hijos (Gn. 9: 1-18). Este pacto, mientras que repite algunos de los rasgos del pacto adámico, introdujo un nuevo principio de gobierno humano como un medio de frenar el pecado. Como el pacto adámico, era incondicional y revelaba el propósito de Dios para la generación subsiguiente a Noé.

El pacto Abrahámico.

El pacto abrahámico (Gn. 12:1-4; 13:14-17; 15:1-7; 17: 1-8) es una de las grandes revelaciones de Dios concernientes a la historia futura, y en él fueron dadas profundas promesas a lo largo de tres líneas.

Primero que todo, fueron dadas promesas a Abraham de que él tendría gran descendencia (Gn. 17:16), que tendría mucha bendición personal (Gn. 13:14-15, 17; 15:6,18; 24:34-35; Jn. 8:56), que su nombre sería grande (Gn. 12:2) y que él personalmente sería una bendición (Gn. 12:2).

Segundo, a través de Abraham fue hecha la promesa de que emergería una gran nación (Gn. 12:2). En el propósito de Dios esto tiene referencia primeramente a Israel y a los descendientes de Jacob, quienes formaron las doce tribus de Israel. A esta nación le fue dada la promesa de la tierra (Gn. 12:7; 13:15; 15:18-21; 17:7-8).

Una tercera área principal del pacto fue la promesa de que por medio de Abraham vendría bendición al mundo entero (Gn. 12:3). Esto tendría su cumplimiento en que Israel sería el canal especial de la revelación divina de Dios, la fuente de los profetas quienes revelarían a Dios y proveerían de la Escritura a los escritores humanos. En forma suprema, la bendición a las naciones sería provista a través de Jesucristo, quien sería un descendiente de Abraham. Dada la relación especial de Israel con Dios, Dios pronunció una solemne maldición sobre aquellos que maldijeran a Israel y una bendición sobre aquellos quienes bendijeran a Israel (Gn. 12:3).

El pacto Mosaico.

El pacto Mosaico fue dado a través de moisés para los hijos de Israel mientras que estaban viajando desde Egipto hacia la tierra prometida (Ex. 20:1 - 31:18).

En Éxodo, y ampliado en muchas otras porciones de las Escrituras, Dios le dio a Moisés la ley que era para gobernar su relación con el pueblo de Israel. Los aproximadamente seiscientos mandamientos específicos están clasificados en tres divisiones principales:
  1. Los mandamientos, conteniendo la voluntad expresada de Dios (Ex. 20:1-26);
  2. Los juicios, relacionados a la vida social y cívica de Israel (Ex. 21: 1 - 24:11), y
  3. Las ordenanzas (Ex. 24:12 - 31:18).

El pacto Palestino.

El pacto palestino (Dt. 30 :1-10) era un pacto incondicional en conexión con la posesión final de la tierra por parte de Israel. Este pacto se ilustra como un pacto básicamente incondicional y seguro en su cumplimiento; sin embargo, tiene elementos condicionales para cualquier generación en particular.
El pacto palestino, de acuerdo a ello, incluye la dispersión de Israel por la incredulidad y la desobediencia (Gn. 15:13; Dt. 28:63-68), tiempos de arrepentimiento y restauración (Dt. 30:2), la recolección de Israel (Dt. 30:3; Jer. 23:8; 30:3; 31:8; Ez. 39:25-29; Am. 9:9-15; Hch. 15:14-17), la restauración de Israel a su tierra (Is. 11:11-12; Jer. 23:3-8; Ez. 31:21-25; Am. 9:9-15), su conversión espiritual y restauración nacional (Os. 2:14-16; Ro. 11:26-27), su seguridad y prosperidad finales como nación (Am. 9:11-15) y el juicio divino para sus opresores (Is. 14:1-2; Jl. 3:1-8; Mt. 25:31-46).

El pacto davídico.

El pacto davídico (2 S. 7:4-16; 1 Cr. 17:3-15) era un pacto incondicional en el cual Dios prometió a David un linaje real sin fin, un trono y un reino, todos ellos para siempre. En la declaración de este pacto Jehová se reserva el derecho de interrumpir el actual reinado de los hijos de David si era necesario el castigo (2 S. 7:14-15; Sal. 89:20-37); pero la perpetuidad del pacto no podía ser quebrantada.

El pacto davídico no es cumplido por Cristo reinando en su trono en los cielos, puesto que David nunca se ha sentado ni se sentará en el trono del Padre. Es más bien un reino terrenal y un trono terrenal (Mt. 25: 31). El pacto davídico es, por consiguiente, la clave del programa profético de Dios que aún está por cumplirse.

El nuevo pacto.

El nuevo pacto, profetizado en el antiguo testamento y que tendrá su cumplimiento primario en el reino milenial, es también un pacto incondicional (Jer. 31:31-33).

Como lo describe Jeremías, es un pacto hecho «con la casa de Israel y con la casa de Judá» (v. 31). Es un nuevo pacto en contraste con el pacto mosaico, el cual fue roto por Israel (v. 32).

El nuevo pacto garantiza todo lo que Dios se propone hacer para los hombres en el terreno de la sangre de su Hijo. Esto puede verse en dos aspectos:
  1. Que Él salvará, preservará y presentará en la gloria, conformados a la imagen del Hijo Unigénito, a todos los que creen en el Señor Jesús. El hecho de que sea necesario creer en Cristo para ser salvo, no es una condición en este pacto. El acto de creer no es una parte del pacto, sino más bien la base sobre la cual el creyente es admitido para disfrutar de las bendiciones eternas que el pacto ofrece. El pacto no es hecho con los no redimidos, sino con los que creen, y promete que en favor de ellos estará la fidelidad de Dios. «El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Fil. 1:6), y toda otra promesa semejante a ésta, relacionada con el poder que Dios manifiesta en la salvación y preservación de los suyos, es parte de este pacto de gracia.
  2. La salvación futura de Israel es prometida en el nuevo pacto incondicional          (Is. 27:9; Ez. 37:23; Ro. 11:26-27). Esta salvación se efectuará sobre la base única de la sangre que Cristo derramó en la cruz. Por medio del sacrificio de su Hijo, Dios es tan libre para salvar a una nación como lo es para salvar a un individuo. Israel es representado por Cristo como un tesoro escondido en el campo. El campo es el mundo. Y creemos fielmente que fue Cristo quien vendió todo lo que Él tenía, a fin de poder comprar el campo y poseer así el tesoro que allí estaba oculto (Mt. 13: 44).

Las bendiciones del hijo de un pacto.

“Y no apartarás tu misericordia de mi casa para siempre. Cuando Jehová haya cortado uno por uno los enemigos de David de la tierra, no dejes que el nombre de Jonatán sea quitado de la casa de David. Así hizo Jonatán pacto con la casa de David, diciendo: Requiéralo Jehová de la mano de los enemigos de David. Y Jonatán hizo jurar a David otra vez, porque le amaba como a sí mismo”.  1 Samuel 20: 15-17.

“Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?...Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa”.   2 Samuel 9

David se hace una pregunta muy peculiar, tal vez nosotros preguntamos lo contrario: ¿Quién hará misericordia de nosotros? ¿Quién orará por mi?...Pero David era un hombre de pensamiento distinto al de nosotros, era él un rey, no necesitaba nada, estaba rodeado de lujo y gloria, vivía en el palacio real y se pregunta algo muy original ¿Habrá alguien a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?. Jonatán era amigo íntimo de David, es más, al no ser por Jonatán, David, tal vez no hubiese podido ser rey sobre Israel.

David era un hombre íntegro en sus palabras y pensamientos  y nunca se olvidó de su pacto con Jonatán por amor a su amistad. Jonatán y David eran como las notas del piano, cada uno solo tenía su propio sonido, eran una nota aparte, pero juntos hacían una melodía completa.

Al fin de una ardua investigación aparece en escena un hombre que sólo aparece dos veces en el escenario bíblico. Este hombre era Mefi-boset. Tal vez usted se preguntará ¿Qué hace un hombre tan anónimo y además lisiado de los pies en el panorama bíblico? (2 S 4: 4). Pero Mefi-boset era el único descendiente de la casa de Saúl, era hijo de Jonatán, nieto de Saúl. Era el “casi” heredero del trono, un casi príncipe, un casi importante de Israel; peo por cosas de la vida no era así. Se puede imaginar cuántas burlas, cuántos refranes, cuántos chistes mal intencionados inspiraría este hombre de labios del pueblo “miren al cojo”, “el inválido”, “el señor rey” en fin tantas cosas que hirieron el corazón de Mefi-boset.

Identidad restaurada.

Así como Adán y Eva eran de la realeza de Dios, pues habían sido creados directamente a imagen y semejanza de Dios (Gn 1: 26-27) Mefi-boset era de la familia real de Israel (2 S 9: 6).
Dignidad restaurada.

Adán y Eva perdieron el derecho de reyes a causa del pecado siendo expulsados del huerto del Edén (Gn 3: 23-24) Mefi-boset a pesar de haber sido el único heredero del trono de Saúl, después de morir Saúl y Jonatán, se presentó ante David como un siervo (2 S 9: 6).

Estima restaurada.

Mefi-boset estaba estigmatizado. Un estigma es una señal en el cuerpo como afrenta, es algo visible a los demás. El estaba lisiado de los pies (2 S 9: 3) así mismo nosotros estábamos estigmatizados por causa de nuestros pecados (Jer 3: 25).

Confianza restaurada.

Mefi-boset recibió de parte de David una de las palabras más gloriosas que una persona puede recibir del rey “no temas” (2 S 9: 7) Dios nos dice “no temas” (Is 41: 10). Uno de los mandamientos más expresados por el mismo Señor Jesucristo fue “no temas”.

Autoridad restaurada.

David como rey devolvió a Mefi-boset todas las tierras que a él, como heredero de Saúl, pertenecían legítimamente (2 S 9: 7). Al igual Cristo al vencer a Satanás en la cruz, al haber resucitado, quitó de sus manos el poder de la tierra y nos la devolvió a nosotros, sus hijos, a quien legítimamente pertenece (Ro 16: 20; Col 2: 14, 15).

Comunión restaurada.

Mefi-boset tenía uno de las principales privilegios que alguien podía tener, fue invitado por David a comer juntamente con El a la mesa del palacio, todos los días de su vida (2 S 9: 7). Nosotros también hemos sido invitados a comer de la mesa del Rey por su misericordia y hasta estamos sentados juntamente con Jesús a la diestra del Padre (Ef 2:6).

Eternidad restaurada.

Mefi-boset se comparó así mismo con un perro muerto, uno de los animales abominables al pueblo de Israel y más aún si estaba muerto (2 S 9: 8). De la misma manera dice la Biblia que Dios nos dio vida juntamente con Cristo estando nosotros muertos en delitos y pecados (Ef 2: 1).

La misericordia de Dios hacia nosotros ha sido en gran manera grande, librándonos de la miseria espiritual y restaurándonos a la vida celestial, la cual ha sido plenamente ministrada por Jesucristo en la cruz del calvario y perfeccionada su obra en nosotros  por el Espíritu Santo.