"Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice" Isaías 43:7



miércoles, 8 de junio de 2011

LA SANGRE DE CRISTO ROCIADA SOBRE EL CRISTIANO

Sin duda, la sangre de Jesucristo es el regalo más precioso que nuestro Padre celestial le ha dado a su iglesia. Sin embargo, son pocos los cristianos que entienden su valor y su virtud.

A menudo los cristianos cantan sobre el poder de la sangre. Ciertamente, el himno nacional de la iglesia Pentecostal es, Hay poder, poder, sin igual poder, en la sangre de Jesús. Pero la mayoría de los creyentes rara vez entran en el poder de esa sangre.

Sencillamente no comprendemos el gran significado de la sangre. Por ejemplo: constantemente clamamos la sangre como si fuera una formula mística de protección. Pero son pocos los cristianos que pueden explicar su gran gloria y beneficios.

Si yo te preguntara que significa el poder de la sangre, quizá contestes de esta forma, significa que mis pecados son perdonados que soy libre de la atadura de la iniquidad que todos mis pecados están cubiertos. Sin embargo, más allá del perdón, qué significa la sangre de Jesucristo para ti? Puedes explicarme a mi, a tu familia, a tus compañeros de trabajo el valor y la virtud de la sangre de Jesús?

Quiero darte un entendimiento más pleno acerca de la preciosidad de la sangre de Jesús y como puede hacer cambios maravillosos en tu vida!

En las escrituras existen dos referencias acerca de la sangre. Sangre derramada y sangre rociada.

La mayoría de los cristianos tienen conocimiento acerca de la sangre que Jesús derramó por nosotros.

Cuando Cristo levantó la copa en el día de Pascua, El dijo: ...Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama (Lucas 22:20).

Nosotros recordamos su sacrificio cada vez que tenemos comunión, Pero ese es el límite del conocimiento que muchos cristianos tienen acerca de la sangre de Jesús.

Sólo conocemos acerca de la sangre derramada--y no acerca de la sangre rociada.

La primera referencia bíblica acerca de la sangre rociada está en Éxodo 12:22. Los israelitas fueron ordenados a tomar un manojo de hisopo, mojarlo en la sangre de un cordero, y rociarla en el dintel de los dos postes de la puerta. Esa noche cuando el ángel de la muerte llegó y vio la sangre en los postes de la puerta, el pasará sobre esa casa.

Toma en cuenta que mientras la sangre estaba en el envase, no tenia efecto; era simplemente sangre que había sido derramada. La sangre tenía poder para salvar sólo cuando era sacada del envase y era rociada.

¿Por qué los israelitas no podían simplemente dejar el envase de sangre en la puerta y decir, No importa lo que hagamos con ella? Después de todo, sangre es sangre.

Suponte que hayan puesto el envase sobre una mesa cubierta con un mantel, o sobre un pedestal cerca de la puerta.

Yo les diré lo que hubiese sucedido: El ángel de la muerte hubiera entrado a ese hogar. La sangre tenía que ser levantada o sacada del envase y rociada sobre la puerta para que cumpliera el propósito de protección.

Esta sangre en Éxodo 12 es un tipo de la sangre de Cristo. La sangre que fluyó en el Calvario no se desperdició, no cayó en la tierra y desapareció. No, esa sangre preciosa fue recogida en una fuente celestial.

Existe un himno que dice: Hay una fuente llena de sangre y los pecadores sumergidos en ese flujo pierden su culpa y mancha... Sin embargo, ese concepto no es bíblico; nosotros no nos sumergimos en la sangre ni nadamos en ella. No, es rociada sobre nosotros.

Cuando uno es rociado, uno está totalmente bajo la protección de la sangre de Cristo contra todos los poderes destructores de Satanás. Cuando los poderes satánicos ven la sangre de Cristo sobre los postes de tu puerta, ellos deben pasar fuera ti. Ellos no pueden tocarte porque ellos no pueden tocar a quienes han sido rociados con la sangre de Cristo.

Así que, como pueden ver, la preciosidad de la sangre tiene que ver con algo más que con el perdón. La sangre de Jesús no fue dejada en el envase sino que ha sido levantada y rociada en tu corazón. Y está esperando para ser rociada en los postes de los corazones alrededor del mundo.

También en Éxodo 24:1-11 el rociamiento de la sangre es mencionado. En este pasaje, Dios hizo un pacto con Israel. El prometió, Si obedeces mis palabras, yo seré tu Dios, y tú serás mi pueblo.

Después que Moisés leyó la ley al pueblo, ellos contestaron, Entendemos y obedeceremos.  Ellos estuvieron de acuerdo con entrar en el pacto con el Señor.

Ahora pues, este pacto debía ser sellado, ratificado y hecho válido, eso sólo podía suceder a través del rociamiento de sangre. Hebreos nos dice que Moisés...tomó la sangre... y roció el mismo libro, y también todo el pueblo... (Hebreos 9:19).

La sangre derramada del holocausto estaba en un envase. Moisés tomó parte de esa sangre y derramó parte de ella cerca del altar. Después tomó un hisopo, lo entró en el envase y roció parte de la sangre sobre las doce columnas (las cuales representan las doce tribus de Israel). Por último, Moisés mojó el hisopo y roció al pueblo con la sangre. La sangre que cubría al pueblo selló el pacto.

Es claro del pasaje que el rociamiento de sangre les otorgaba a los israelitas pleno acceso a Dios, con gozo. En esta ocasión no tenía nada que ver con el perdón y remisión de pecado, sino, más bien, comunión. Ahora ellos habían sido santificados, lavados, aptos para estar en la presencia de Dios.

Entonces Moisés, Aarón, Nadab, Abiú, y los setenta ancianos subieron al monte a reunirse con Dios. Y el Señor se les apareció, y debajo de sus pies había un embaldosado de zafiro. Estos hombres vieron una mesa delante de ellos y las Escrituras dicen que con facilidad, comodidad y sin temor a ser juzgados, ellos se sentaron en la presencia de Dios y comieron y bebieron con él.

Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel y vieron a Dios, y comieron y bebieron (Éxodo 24:11).

Esto es ¡simplemente sorprendente! Estos hombres comieron y bebieron en la misma presencia de Dios, cuando momentos antes, ellos temieron por sus vidas. Era porque la sangre había sido rociada y ellos comprendían el significado de la protección, el poder y la seguridad que hay en ella. Ellos no tuvieron temor.

Amados, hoy estamos en un pacto nuevo con Jesucristo, un pacto sellado con su propia sangre. Y de igual manera hoy, cuando su preciosa sangre es rociada en nuestra alma, es con el propósito de tener comunión al igual que purificación. Es para que con todo denuedo puedas ir con facilidad, sin temor al juicio, a la presencia de Dios y tener comunión con él. Se te otorga acceso a él, sin que el pecado te condene. Estás libre para hablar con Dios y disfrutar de su compañía.

Uno de los rociamientos de sangre más importantes era llevado a cabo por el sumo sacerdote. Una vez al año el entraba al Lugar Santísimo para hacer expiación, lo cual significa reconciliación, el propósito de este acto era para borrar los pecados del pueblo, para que así pudieran ser reconciliados y una vez más tuvieran comunión con el Padre celestial.

El sacerdote llevaba un puñado de incienso, un incensario lleno de brasas de fuego del altar, y un envase de sangre de un becerro al Lugar Santísimo. Dentro del Lugar Santísimo había un arca, encima de la cual había una tapa dorada con un labio alrededor. Esto era el propiciatorio, donde Dios se sentaba; era su misma presencia. El propiciatorio tenía dos querubines dorados a cada lado, con sus alas extendidas cubriéndolo.

Después de purificarse en una ceremonia muy elaborada, el sacerdote entraba al Lugar Santísimo con gran temor y reverencia. El echaba el incienso en el fuego, haciendo que el aroma y el humo ascendieran. (Esto representaban las oraciones de Cristo, intercediendo por su pueblo. Jesús por siempre está sentado a la diestra del Padre, intercediendo por los santos).

Luego, el sacerdote mojaba su dedo en la sangre y la rociaba siete veces sobre el propiciatorio: Tomará luego de la sangre del becerro y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcía con su dedo siete veces de aquella sangre. (Lv. 16:14).

Cuando la sangre era rociada sobre el propiciatorio, el perdón de todos los pecados era consumado, y todos los pecados pasados eran cubiertos. Cuando el sumo sacerdote salía del Lugar Santísimo, el pueblo sabía que Dios había aceptado el sacrificio, y sus pecados eran perdonados. El pueblo de Israel nunca dudó.

Amados, nosotros también tenemos un sumo sacerdote, Jesús, nuestro Señor. Y él es nuestro Sumo Sacerdote no sólo una vez al año sino que todo el tiempo hasta el fin del mundo. Jesús llevó su propia sangre al verdadero propiciatorio a la presencia de Dios, el Lugar Santísimo y la presentó para la remisión de todos los pecados; de todos los creyentes, por siempre. Este fue el rociamiento final.

Las escrituras dicen lo siguiente sobre este acto: Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención (Hebreos 9:12). Cuánto más la sangre de Cristo... limpiará nuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? (Verso 14). ...sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios (Hebreos 9:24).

Jesús llevó su propia sangre al cielo por nosotros. Y no está reservada allá como algo conmemorativo. Es para rociarla sobre todo aquel que se acerca a él en fe.

¿Cómo es rociada la sangre de Jesús sobre el corazón?

Es trágico que tantos creyentes no disfrutan del poder y la virtud de la sangre de Jesús. La escritura aclara que es importante que nosotros sepamos cómo la sangre es rociada en nuestros corazones. Esto se hace de dos maneras:

La sangre es rociada sobre nosotros por el Espíritu de Cristo, el cual mora en  nosotros.

Jesús rocía su sangre sobre nosotros cuando, por fe, recibimos su obra terminada en el Calvario. Esto no es un rociamiento físico; más bien, es una transacción legal y espiritual. El rocía la sangre en nuestros corazones como respuesta a nuestra fe. Y hasta que nosotros realmente creamos en el poder de su sacrificio en el Calvario, la sangre de Jesús no producirá efecto alguno en nuestra alma.

A quien Dios puso como propiciación [una reconciliación] por medio de la fe en su sangre,... (Romanos 3:25).

Las iglesias alrededor del mundo, regularmente toman parte en la comunión. Sin embargo, Pablo nos advierte contra tomar la copa indignamente. Esto no significa simplemente tomar parte en el servicio de comunión después que hayamos fallado en alguna manera; sino que sabemos que si nos arrepentimos de nuestros pecados, Jesús nos perdona y nos limpia de toda iniquidad.

Yo no creo que Pablo se refería a que debemos discernir el cuerpo de Cristo apropiadamente. El se refería al hecho de acercarnos a la mesa del Señor, tomando la copa que simboliza su sangre sin creer en el poder de esa sangre. Tiene que ver con mantenerse en condenación y temor sin creer que la sangre de Cristo nos ha justificado ante Dios.

Muchos creyentes pierden la maravillosa experiencia en la mesa del Señor porque viven en condenación porque no van a la sangre en fe. Pablo estaba diciendo, Con razón hay tanta enfermedad entre vosotros. Están débiles porque no creen en la victoria total que se encuentra en la sangre de Cristo.

Tales cristianos dicen en esencia, Sé que es maravilloso ser justificado a través de la sangre de Jesucristo. Pero aún se me hace difícil creer que el Señor me considera justo. Después de todo, no he llegado a la meta. Aun tengo luchas.

Amados, la verdadera evidencia de fe es reposo! Si crees con todo tu corazón, tu conciencia y tu alma entrarán al reposo. Y cuando participes en la cena del Señor y tomes la copa, podrás decir, Creo que soy salvo, perdonado, sanado, porque creo en la sangre. Confié en ella.

La sangre de Jesús es rociada en nuestra alma a través de la predicación ungida por el Espíritu Santo.

Cuando escuchas que Cristo y su sangre son exaltados en predicaciones ungidas por el Espíritu Santo, sabrás que la sangre esta siendo rociada.

Cuando Felipe le predicó el evangelio al eunuco, el corazón de ese hombre fue asolado por la Palabra. Inmediatamente, el pidió ser bautizado. Felipe le dijo,...si crees de todo corazón, bien puedes... (Hechos 8:37)

De la misma manera, cada vez que aceptas una predicación ungida por el Espíritu Santo en tu corazón y clamas, Señor, por favor, dame toda tu verdad, eres rociado con la sangre de Cristo por fe.

Hasta ahora, pensarás, ¿Cómo puedo saber que la sangre ha sido aplicada a mi corazón? A seguir te mostraré tres formas en que puedes saber que has sido rociado por la sangre:

Si estás dispuesto a caminar en la luz y permitir que el Espíritu Santo exponga toda tinieblas en ti, entonces sabrás que has sido rociado.

...pero, si andamos en luz, como el está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (1 Juan 1:7)

Juan está hablando claramente de alguien que está tan enamorado de la Palabra que no tiene temor a ser reprobado, que dice, Señor, alumbra la luz del Espíritu Santo en cada hendidura o grieta de mi corazón. Quiero caminar en la luz. Si amas la luz, es una señal segura de que has sido rociado.

Si clamas al poder y autoridad de la sangre de Cristo cuando eres atacado por el enemigo, puedes estar seguro que has sido rociado.

Cuando, aquellos que no han sido rociados se encuentran en problemas llaman a su mejor amigo o consejero, o sino, se retuercen en el temor y la condenación. Pero aquellos que han sido rociados con sangre, inmediatamente se apoyan en la sangre de Jesús.

A menudo escuchamos la frase suplicando a la sangre la cual es usada en los círculos cristianos. Pero este no es un término bíblico. La palabra suplicar en esta instancia significa argumento o abogando, sugiere que uno está mendigando o rogando. Y esa es una forma defensiva.

Creo que nuestra actitud debe ser más fuerte que eso. Somos guerreros comprados con la sangre, salvados por la sangre, más que vencedores en Cristo Jesús. Nosotros no estamos en la corte con el diablo, rogando por nuestro caso. No, somos vencedores. Jesús ganó la victoria para nosotros; su sangre ha prevalecido. Y creo que nuestro grito de guerra debe ser, Proclamo la victoria de la sangre de Jesús. Soy lavado en la sangre, comprado por sangre, justificado por sangre, salvo por sangre, redimido por sangre. Y proclamo la victoria de la sangre de Jesús.

Cuando estás tan seguro en el lavamiento, poder justificador de la sangre que tu conciencia no te condena, entonces sabrás que has sido rociado.

Tu conciencia está haciendo una obra maligna cuando no te despierta o te conmueve a obediencia al evangelio. Está haciendo el mal cuando innecesariamente te condena, te acusa y te recuerda constantemente cómo le fallaste a Dios y te causa depresión y temor.

Pero cuando descansas completamente en el lavamiento y poder justificador de la sangre de Jesús, cuando tomas control de tu conciencia en el Espíritu, entonces tu conciencia ya no es un acusador, sino que más bien, hace su obra apropiadamente. Y cuando el diablo se levanta con una acusación maligna, tu conciencia proclamará la victoria de la sangre....acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia (Hebreos 10:22).

¡Una conciencia pacífica y limpia es una señal de haber sido rociado con su sangre!

¿Cuáles son los beneficios que fluyen de la sangre de Jesús, una vez que tu corazón ha sido rociado?

La sangre de Jesús nos redime del pecado y el poder de las tinieblas....en quien tenemos redención por su sangre... (Efesios 1:7).  Ya no estamos bajo condenación o temor.

Mucha gente ha sido redimida y justificada por la sangre, pero no lo saben, porque viven en temor y condenación. Tienen fe en el Señor pero no han entrado en la gloria de ser justificados por la sangre.

Son como un hombre que tiene una deuda enorme y no la puede pagar. El jefe rico de este hombre viene y paga la deuda sin decírselo al empleado, luego, lo llama para darle la buena noticia.

El hombre se sienta, le entregan el expediente de las deudas, y hojea las páginas para ver la lista de deudas que ha acumulado. El piensa, Nunca podré pagar todo esto. Me van a encarcelar.

Cuando el jefe ejecutivo ve el temor en el rostro del hombre se queda perplejo. El dice, Disculpe ¿usted miró la primera pagina? El hombre vuelve a la primera pagina donde está escrito Totalmente pagado.

Muchos cristianos se parecen a este hombre. Ellos no saben que su pecado ha sido cubierto, ¡totalmente pagado! Tenemos que entrar a ese conocimiento por fe para así recibir el beneficio el cual es paz con Dios.

La sangre de Jesús ha comprado toda la iglesia de Dios....la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (1 Juan 1:7).

Estas palabras deben poner una gran sonrisa de fe en tu rostro. Eres santificado, rociado, limpio. Esta es una obra continua del Espíritu.

La sangre de Cristo vence a Satanás y el huye…y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos... (Apocalipsis 12:11).

¿Cuál es la palabra del testimonio? Sencillamente es esto: Creo en la sangre. Testifico del poder vencedor y prevaleciente de la sangre de Jesús y proclamo su victoria total.

Si quieres vencer al diablo, colócate en la sangre y proclama su poder.

La sangre nos da acceso al Lugar Santísimo a nuestro Padre celestial, sin reproches.

Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo... (Hebreos 10:19).  Debemos ir a nuestro Padre con libertad sin temor!

¿Qué espera Dios de nosotros una vez que fuimos rociados con la sangre de Jesús?

¿Estamos comprometidos de alguna manera por el rociamiento? ¡Por supuesto que si! Si fuimos rociados por la sangre de Jesús, somos ordenados a hacer dos cosas:

Debemos ir en paz y no dudar mas. Cuando Moisés roció la sangre sobre los israelitas pecadores, ellos no dudaron ni una vez que fueron perdonados y aceptados por Dios. Ellos confiaron en ese rociamiento.

Hoy, la sangre que ha sido rociada sobre nosotros no es de becerros, chivos u ovejas, sino de Cristo, el Cordero de Dios. Y sin embargo, tenemos más dudas y más temor que aquellos israelitas.

Martín Lutero dijo que es una blasfemia que tomemos todos los pecados que fueron puestos sobre Cristo nuevamente. Yo estoy de acuerdo. Es un sacrilegio absoluto que andemos en temor, culpabilidad y condenación, diciendo, La Biblia dice que por fe soy limpio, justificado y protegido del poder de Satanás sin embargo, no puedo creer que algo tan glorioso sea posible.

Debemos alabar a Dios con un corazón agradecido sin dudar. Somos ordenados a darle gracias a Dios por la preciosa sangre de Jesús, con alabanzas resonantes: ...sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación. (Romanos 5:11)

Alegraos en Jehová y gozaos, justos; y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón (Salmo 32:11).

Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte... (Salmo 89:15).

En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia... (Isaías 61:10).

Proclama la victoria de la sangre de Jesús en tu vida. Y comienza a alabarlo ahora por la promesa de esa gran redención venidera.

¡Amen!


CONCLUSIONES.

Jesús sufrió todas las humillaciones y dolores posibles tan sólo por amor, pensando en usted y yo. La Biblia dice en Filipenses que no escatimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que, se humilló hasta la muerte y muerte de cruz.

El ya hizo el trabajo por nosotros; y por su muerte y resurrección, nosotros somos más que vencedores.

Nuestro trabajo es aceptar ese sacrificio por fe, y adorar a Dios en toda su plenitud. Esto se logra predicando su palabra y obedeciendo su voz.

3 comentarios:

  1. realmente interesante, y me ayuda mucho porque en estos momentos me guia por el camino que el Espiritu de Dios me esta marcando...

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  2. realmente interesante, y me ayuda mucho porque en estos momentos me guia por el camino que el Espiritu de Dios me esta marcando...

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